sábado, 30 de noviembre de 2013

EL DESAYUNO IDEAL

Para empezar, para que un desayuno sea saludable, debe ser consumido con calma. No podemos ir a las corridas, es preferible dormir 15 minutos menos y desayunar bien. No desayunar significa que comenzamos nuestro día con muy bajos niveles de azúcar, lo que posteriormente nos hará querer consumir una dosis de azúcar que probablemente nos haga más mal que bien.

Los carbohidratos y el azúcar deben estar presentes en nuestro desayuno, pero no en exceso: podemos evitar la gran cantidad de waffles, pasteles, cereales con azúcar, panes magdalenas. También es necesario reducir la cantidad de alimentos grasos como los huevos fritos, la panceta o las salchichas.


¿Qué comer, entonces? Carbohidratos en su justa medida, con un toque de fibra, lácteos y un poco de glucosa: avena, linaza, frutos secos, frutas. Para endulzar, el mejor aliado es la miel. Si nos gusta el sabor salado en los desayunos, en vez de los huevos revueltos, podemos utilizar tofu. El pan con semillas o integral tostado es delicioso, y no debemos olvidarnos de la leche o el yogur.

Una de las mejores frutas para comer por la mañana es la toronja o pomelo, fantástica por su sabor ácido y sus propiedades quema grasa. También podemos hacer una variada ensalada de frutas, y si nos gusta la idea, podemos añadirle un poco de requesón.
No podemos olvidarnos de los clásicos té y café. Debemos saber que contienen cafeína, por lo que deben ser consumidos con moderación, tomando no más de dos tazas al día. Si queremos, podemos consumir las versiones descafeinadas u otros preparados a base de cereales con similar sabor al café, como la malta o la achicoria.


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